Jesús es la plenitud de la gracia y la verdad. El cristianismo se funda, no en un principio, sino en la persona de Jesucristo; es su presencia morando en nosotros. Cuando entregamos nuestras vidas a Aquel que dio Su vida por nosotros, descubrimos quiénes debemos ser. En Cristo, sabemos quiénes somos porque nuestra identidad se basa en Él.

En su gracia, Jesús no quita nuestros derechos (a la justicia) bajo la ley. En cambio, nos pide que liberemos nuestros derechos para que podamos participar en su gracia. Con nuestra gratitud por su gracia, podemos sufrir injusticias para otros al igual que Jesús sufrió la injusticia en nuestras manos por nosotros. Cuando compartimos su gracia, sentimos que su amor fluye a través de nosotros y nos inunda de alegría. En Él estamos completos.

Cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, somos liberados de la pena de la ley porque Jesús pagó el precio por nosotros. El sábado es un día de descanso para celebrar a nuestro Creador, pero para el cristiano tiene un significado adicional. Se convierte en nuestro descanso en Cristo. Jesús es nuestra salvación y descansamos en él. Celebramos a nuestro Creador y a nuestro Redentor el día que Él santificó y bendijo.